Fed up
Cuál es el lugar de cada quién en el mundo, dónde y con quién debe uno relacionarse.
Amo la literatura pero no quiero rodear mi vida de ella.
Hasta hace unos meses la vida literaria estaba presente en cada circunstancia. Junto a las noticias que leo religiosamente, había una lista de blogs de visita obligatoria. Y así, más que de literatura, estaba al tanto de líos literarios.
Hace muchos años, cuando era más joven y escribía, estaba rodeada de amigos escritores, aunque poco hubiesen escrito. Sentía placer al comentar un libro, al recibir consejos, al observar a la gente dar rienda suelta a su extravagancia, salir de bares y embriagarnos, contarnos historias sobre unos y otros y repetir todo eso al día siguiente.
Lo mismo se reprodujo en Madrid, pero con gente ya mayor, cuyos intereses y necesidades eran más reales. A pesar del infinito placer, de las risas y de los estupendos encuentros, tengo la sensación de haber encontrado sólo gente profundamente insatisfecha, como yo misma. Un espejo algo triste, donde más allá de la buena onda que todos intentamos destilar, hay mucha frustración, hay mucho ego, hay mucha intolerancia.
Me envían la carta de un poeta -uno de esos patéticos mailings de algún ignorante que cree poseer la verdad-, que lleno de odio, o más bien de celos, intenta denigrar a un colega suyo. Y tengo una sensación de hartazgo.
La literatura no es el terreno para dar libre albedrío a la miseria íntima. A no ser que a partir de ello, uno produzca algo. La literatura no es un ring para los arreglos de cuentas, no es una piscina donde para no ahogarse uno tiene que hundir la cabeza de quien nada al lado.
La literatura es la única cosa que me hace verdaderamente feliz, mi única certeza. Le tengo fe a la literatura como territorio íntimo, como placer solitario. Y por eso, desde hace algunas semanas, he decidido abrir las ventanas, dejar correr la brisa. No he vuelto a ver los blogs, no he querido saber más de chismes, me he puesto a leer más y mejores libros, a seguir preparando mi tesis, a tratar a mis amigos escritores con cariño, a preguntar por sus sentimientos, no por lo que están escribiendo.
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