El espejo enterrado
Casi he terminado de leer el libro de Fuentes. Se titula "El espejo enterrado".
Es un lúcido análisis de la historia española y de la latinoamericana. Algunas ideas me parecen más originales que otras. Algunas tienen que ver con el momento actual.
La pregunta que Fuentes quiere intentar responder es ¿por qué somos como somos?
A pesar de la increíble energía narrativa con la que este libro está escrito, hay un constante pesar en el lenguaje. La propia narración de Fuentes corrobora lo que éste afirma sobre el pueblo latinoamericano: que ha heredado la energía hispánica, pero que sufre aún por su desarrollo truncado. Cuando llegaron los conquistadores, este continente era demasiado joven, y conoció una muerte precoz, dice Fuentes. Imposible desligarse de ello. La sociedad latinoamericana y en particular el hombre del Ande guarda esta frustración como parte de su naturaleza. Y en esta lectura las ideas se van reflejando en el estilo, en casi cada palabra, como si Fuentes quisiera en cada frase, decir: qué lástima.
Es curioso.
Sin embargo nada tiene de triste. La entrada de España en América es la historia de hazañas imposibles pero verdaderas, de individuos excepcionales, de un coraje inimaginable; de gente determinada, moldeada a través de los siglos por el individualismo y el estoicismo, el amor por la ley y la irrefrenable curiosidad hacia el otro que, según Fuentes, eran la materia prima del espíritu español.
Y eso también somos los latinoamericanos, pero además somos proclives a reconocer signos y símbolos, estamos necesitados de guías, porque no hubo tiempo de conocer sociedades sin reyes, sin padres.
El gran error, dice Fuentes, está señalado por Sarmiento en su extraordinario Facundo. Sarmiento se preguntaba por qué no habían calado los modelos importados de Europa, tan perfectos, tan dignos de una civilización avanzada. Pues es eso, son modelos importados, no hubo tiempo de mirarnos un poco a nosotros mismos.
Al hablar de Bolívar y San Martín, uno quisiera imaginar qué hubiera sido si éste último no elegía el retiro. ¿Habría cambiado algo?
En fin, todo eso me lleva, claro, a las elecciones peruanas del domingo. Y la tenacidad con la que algunos pueblos trabajamos para hundirnos es sorprendente. Veremos qué pasa. Estas elecciones son cruciales para todos los peruanos. En cualquier caso no hay lugar para la indiferencia.
--> Esta foto la pongo por pura nostalgia, es el "Viva el Perú", un cerro de Cusco que uno ve cuando baja por la avenida Sol.
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