Fin de semana
Desde el regreso del Perú aún no he tenido tiempo para entristecerme. Mi llegada coincidió con las vacaciones de febrero y pasé casi todo el tiempo con D. que había decidido cambiar de lugar los muebles. Hicimos algunas de las cosas básicas o no tanto que habíamos dejado de lado. Revelamos unas fotos (las que no se arruinaron al pasar los rayos X del aeropuerto), compramos un basurero, organizamos los papeles y decidimos casarnos.
Casi al final de todo, Vale llego para visitar a su novio y se quedó con nosotros. Desde entonces los días se han acortado increíblemente y las noches han seguido durando al ritmo de pisco o de cervezas. Las charlas sobre Cusco y los planes de nuevos destinos también se han ido volviendo más concretos.
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mucha fiesta -