libre
La libertad suele dar miedo. Sobre todo en amor.
He sentido también gran temor de cosas como ésa. Solía torturarme la idea de que el ser amado viera más verde algún otro prado, por ejemplo.
Poco a poco, tal vez por resignación, voy concluyendo que es cosa inútil. Me digo que lo que tiene que ser, será, pero también que todo cambia. De nada sirven las prisiones, es inútil la cautela.
Me gusta creer que la distancia, el tiempo, la gente que uno va encontrando, eso que tanto asusta, sólo debilita lo que es de por sí inconsistente.
1 comentario
Eduardo -
Bah, sería una tontería tenerle miedo a los prados que son más verdes, porque siempre habrá alguno que supere el rabioso cromatismo del más lozano. Y, por supuesto, del nuestro. Qué estepario estrés sufrir por ello.
Y total, para qué el temor. ¿Migrará el rumiante? ¿Depende de nosotros? ¿Dedicaremos la vida a esa relación de clientela?
Después de todo, nos dejó papá en herencia un prado resultón: verde doncella en primavera, agostadito cuando cae sobre él Junio, pajizo en Agosto, estremecido en Octubre, ensimismado en Enero, promisorio de nuevo en Abril. Un prado que se mantiene digno y que es, sobre todo, el nuestro. Íntimo, hermoso, cambiante, propio.
Otrosí: no veo que tú tengas razones para sentir temor, bandida.