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Almodóvar y su mala educación

Bueno, hacía tiempo que no me ponía al día en este asunto de dar cuenta de las cosas cotidianas. Es que he estado absorbida en detalles como tener que ganar dinero. Enfin.
Ayer domingo me las arreglé para ir al cine después de pasar un rato en la biblioteca, incapaz de concentrarme.
"La mala educación" comienza de un modo bastante estridente, y la estridencia la acompañará hasta el final, así que las almas sensibles estén advertidas, esta película es con frecuencia una sucesión de rojos fuego, verdes limón y fucsias fluorescentes en todos los sentidos, decorativos y actorales. Sin embargo, como ya empezó a verse en "Todo sobre mi madre" y "Hable con ella", hay escenas de sosiego, magníficas escenas que transfiguran todo aquello que parecía sólo superficie.
Así, nada hay más triste que el fin de la infancia tras una canción o como bien dice Ignacio, el verdadero protagonista -presente sólo a través de su relato, de su escritura-, a través de un hilo de sangre que corre por su frente y parte su ser en dos.

"La mala educación" muestra una manera de filmar más y más simbólica, o por decirlo mejor, menos explicativa, las imágenes de Almodóvar comienzan a hablar solas. Creo que era esto lo que no terminaba de gustarme en sus primeras películas. Todo parecía demasiado narrativizado, sus finales eran bastante truculentos. Eso es quizás lo que más ha cambiado, uno está ya frente a una película redonda, concebida inteligentemente y sin cabos sueltos.

Otro aspecto, y tal vez el más interesante de todos es la reflexión del director sobre el rol del arte. A través del cine, en el caso de Enrique (y además un excelente ejemplo de trabajo metaficcional), de la actuación, para Juan/Angel, y de la escritura, para Ignacio, los demonios que persiguen a estos tres seres torturados pueden al fin ser exorcizados. El arte es aquí una manera de salvarse. Frente a las miserias de la realidad, sólo el arte hace posible la supervivencia (aún más allá de la muerte). Ignacio ya no está más, pero sigue ahí al mismo tiempo.
Así, la historia de amor homosexual no es sino el anzuelo para llevarnos a descubrir que el arte es una forma de amar. Poco importa lo que suceda después con cada uno de los personajes, el final de "La Mala educación" es también el de "La visita", el del rol de Zahara y el punto final para la última frase de Ignacio.

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