Peru, de nuevo
Anoche, en la Unesco, vimos un espectaculo de danzas folklóricas para el que Gloria me había dado una invitación. En la pausa, compramos empanada, causa, alfajores e Inka Cola. Encontramos a Oscar, vimos juntos la segunda parte.
La Diablada, los Danzantes de Tijeras, el Tondero, la música y los bailes eran magníficos. La sala estaba llena de peruanos. Terminaron cantando "Tengo el orgullo de ser peruano..." A pesar de lo huachafo de la situación, nos sentimos bastante emocionados
Y hoy, apenas abro la página de La República, veo el titular que dice "Coimeaba como pobre".
Un vocal supremo hundido para siempre por recibir dos mil putos soles. En la página están aún las noticias del día anterior: la presidenta del Congreso que reclama que los vocales se rebajen los salarios, que el poder judicial entre en austeridad, que como el ahora honrado Presidente de la República, bajen sus salarios de veintitantos mil soles a sólo quince mil. Patético.
En un vídeo por demás decepcionante, triste, humillante, el pobre hombre (se le compadece) tiene que reconocer que los billetes que guarda no son suyos, los policías se presentan con las fotocopias, todo ha sido filmado. El jefe máximo del Poder Judicial dice que lo conoce desde hace treinta años y que jamás tuvo un indicio de corrupción, jamas una queja, que le duele.
Nos duele a todos. Uno se pregunta por qué. Tal vez la única respuesta es: la miseria.
El hombre ése, sin embargo, dictó sentencias en favor de Fujimori, de sus allegados, redujo las condenas de un sinnúmero de corruptos. Entonces comienza a dar menos lástima. O más bien confirma lo de la miseria. Que se puede vivir en la miseria y no dejarse tentar por la porquería que la rodea, o hacerlo medianamente, a veces sí, a veces no. O que uno puede simplemente irse.
En fin.
El Perú, los sentimientos que despierta. El orgullo, la decepción, la rabia, la pena.
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