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diariodecosas

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estoy sacando cuentas y hace ya casi un año tomé una cadena de decisiones que me llevaron a una renuncia constante a mí misma.

es extraño, nadie me obligaba, la decisión era exclusivamente mía. había una palabra persuasiva, siempre la hay en estos casos, y una serie de promesas, una serie de expectativas. tal vez se trataba de un momento en el que necesitaba explorar los extremos de mí misma. tal vez se trataba de pensar que una reconstrucción total sólo es posible cuando se echa abajo lo que queda de la casa, incluso la porción de muro que queda.

la experiencia duró más de lo que debería y di mucho más de lo que la situación merecía. es una constatación difícil y diaria, a veces pasa por la palabra, por la conversación con amigos, por la revisión de viejas cartas, a veces por recuerdos que no puedo borrar de mi cabeza a pesar de la buena voluntad que pongo en convertir la arena en oro.

cuando estamos en situaciones de crisis algunos solemos ser crueles, esta vez yo no lo fui, otras veces me ha tocado. aunque fui acusada de no poseer ninguna sabiduría, creo que una pizca sí la tuve para no ser lo todo lo ácida que puedo conmigo y con los otros, razones no hubieran faltado.

en un sentido, y el único que me interesaba, esto fue un encuentro con cantidades de cosas dejadas voluntariamente atrás, allá en Perú. el sentimiento de una discreta misoginia entre algunas personas que frecuentaba por ejemplo, la necesaria primacía masculina en la pareja, la obligación de la obediencia en favor de la calma cotidiana, la necesidad que algunos tienen de propalar sus múltiples virtudes. todo recubierto de encanto, de frecuentes emociones, de vida social frenética. un pedazo de limón envuelto en almíbar.

lo sorpresivo llegó por otro lado, en una gran fe en lo que amo: la literatura, en la apuesta absoluta por la lengua española, en el desarrollo de mi intuición respecto a la gente y a las cosas, en una capacidad de dar que no creía tener, y tal vez, el día de mi partida, en una voz completamente inesperada diciéndome que su casa sería siempre la mía.

el resto, las cosas que imaginé y que nunca llegaron, o las que lo hicieron pero del modo en que menos quería, ahí están, no resisten las evaluaciones.

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