escribir
Hoy me he puesto a trabajar en una valoración de lectura que aún no había comenzado.
A veces leo para una escuela de escritura. Luego redacto un informe de al menos diez páginas y me pagan por eso.
Las novelas que uno lee son por lo general bastante imperfectas, pero llenas de valiosa información.
Es común encontrar en ellas una alta dosis de aventura, largos recuentos de lugares y de cosas, mitad catarsis, mitad esfuerzo por desligarse de lo biográfico.
Algunos escriben con las tripas, por lo general son las novelas más desgarradas, incluyen arreglos de cuentas, hay poca destreza en el manejo de las emociones, los personajes son más radicales, poco queda para puntos medios. Estas son las que ganan o pierden por K.O.
Las otras, donde el cerebro ha sido el órgano maestro, suelen ser correctas sin más, y con frecuencia cuentan historias mágicas, donde el destino de la humanidad depende de un objeto precioso. La semana pasada leí una que podía haberse publicado en el acto. Era un perfecto relato de aventuras manejado con soprendente destreza. me preguntaba qué decirle, qué poner en el informe para abultarlo un poco. Me siento algo culpable cuando no llego a los diez folios, después de todo esto es un negocio y la gente paga para leer bastante sobre lo que ha escrito. Qué decir entonces, tu novela está bien, puedes mandarla a una editorial que venda mucho, Planeta por ejemplo? Sí, pero eso en diez páginas, qué aburrido es.
Decidí recordarle entonces algunas de las razones que hacen de una novela, literatura. pero creo que más que recordarle era decírmelo a mí misma, y se trataba además de un punto de vista arbitrario, el mío. Le dije que había que tener huevos (o cojones) y que había que elegir. O escribir como se debe, sujeto, verbo y predicado y sus múltiples variantes, o vaciar completamente la maleta y hacer que las meninges duelan un poco, y tal vez también el corazón.
Bueno, algo de eso le dije, pero con menos palabras brutales, y llenado el mínimo de las líneas que necesito para estar tranquila.
Unos días después, la amiga que me da ese trabajo incluye en un mail una carta del autor, que calculo joven pero no tanto, pidiendo precisiones. Y una frase suya tan linda me hace pensar en lo que puede implicar para cualquier persona que pase una hora de su día sentada frente a una computadora escribiendo sin objetivos precisos, sólo el de crear algo que pueda ser medianamente verosímil. Quitarse la chaqueta y colgarla en el respaldo de la silla, aislarse de la mujer, de los hijos, dejar un rato las noticias, aguantarse el hambre o acercarse un plato al teclado (menos probable) y ponerse a soñar para salir un poco de la calle en fin de invierno, de los proyectos en el trabajo, de la madre enferma, de la hipoteca del piso para escribirse un poco en un lugar distinto que bien puede parecerse al suyo con gente como la que ve todos los días o ser radicalmente distinto.
Me dice: "pero esto te lo comentaré personalmente". El no sabe que estoy en París y que éste es sólo uno de los trabajos que me dan de comer, que nunca vamos a discutir sobre su novela porque a mí me llega sin nombre ni dirección email y que la he borrado de mi laptop porque ya está vieja y va muy lento, y la información que no me es necesaria va directamente al basurero.
Lo que a él le queda, claro, es la sensación de haber abierto su jardín secreto, un poco de su alma a alguien a quien no puede no conocer en persona, porque eso no tendría ninguna lógica, porque sería demasiado triste solamente recibir una valoración de lo que le ha tomado meses o años de trabajo, sin argumentar, sin justificar, sin reírse un poco de lo que ha sido capaz de crear, sin poder preguntar a alguien de carne y hueso, te ha gustado?
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