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suerte

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Anoche un artículo sobre El hablador de Vargas Llosa leído a las dos de la mañana, me obligó a abrir los archivos ya medio empolvados de mi USB. Estuve escribiendo durante más de una hora algunas ideas algo desordenadas.

Después visité un blog, no recuerdo cuál  el de Gustavo Faverón. Era un post de respuesta a un crítico peruano, uno de esos que aman el efecto para abrirse campo y ponerse en la primera fila.

El post se refería a la sorpresa que había causado en su autor el rechazo masivo de la faceta política o ideológica de Vargas Llosa en el ambiente académico estadounidense. Sostenía, creo que con total pertinencia, que el escritor no podía estar desligado del autor ni de sus ideas. Que la ficción reflejaba necesariamente su percepción de la sociedad y finalmente de la vida.

Recordaba a algunos escritores que me gustan, Kureishi, Camus, Yourcenar.

La evaluación es por supuesto personal y tiene que ver con las convicciones profundas.

De esto hemos hablado mucho en los días pasados. Unos cuantos amigos, peruanos como yo, y otros franceses pasamos largos momentos discutiendo sobre el retiro de la ley del CPE, sobre las elecciones peruanas, sobre el giro hacia la izquierda de América Latina.

Es difícil posicionarse. Ni siquiera sé si es necesario. Un poeta que había conocido en Madrid defendía el compromiso y la defensa total de algo, de lo que fuera. Y yo me preguntaba, ¿y por qué tiene que ser con algo? Por qué hay que adherir a ciertas ideologías que no son totalmente satisfactorias, ¿por qué tomar necesariamente partido por lo que está allí, como un mal necesario? ¿Por qué no ser fiel sobre todo a sí mismo?

Y respecto a lo que pasa en estos días, es complicado defender completamente la protección del individuo por el Estado, cuando muchos de nosotros nos hemos probado día a día, porque no nos queda otro remedio, que es posible avanzar sin su ayuda, que eso nos hace más creativos, más fuertes, menos temerosos, que eso nos obliga a intentar ser mejores.

Es curioso ver que en mi trabajo, que pronto cerrará, hay gente que se ha contentado con calcular cuánto le dará el Estado por el paro. Esa idea, a algunos de nosotros, jamás se nos ha cruzado por la mente. Algunos tenemos ya otro puesto de trabajo esperando o la seguridad de encontrarlo. Pero al mismo tiempo...

¿De qué se trata entonces? ¿De defender ese avance de la sociedad que es el no tener que vivir exclusivamente para trabajar, el poder gozar más y más del tiempo libre? ¿De ponerse en una situación de seguridad precaria para no dejar de avanzar?

Como sigo pensando, eso es una cuestión de convicciones profundas. En mi caso, creo en el individuo y en sus múltiples capacidades, creo en la voluntad, creo en la resistencia, creo en el talento. No me gusta ver a la gente débil por voluntad propia, como no me gusta verme débil, no me gusta la dependencia. Todo lo que tengo, que es poco en lo material y algo más en lo virtual, me ha costado, como a muchos, energía, tiempo, ingenio, perseverancia.

Puede que haya muchos con poca suerte, como repiten algunas personas. Pero el concepto mismo de suerte me parece falaz. Creo que la "suerte" nos la buscamos todos los que queremos dar pequeños pasos adelante o hacia atrás, en donde nos toque. Basta con tener los ojos abiertos o no.

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