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diariodecosas

2006

2006

muchas de las cosas que proyecté para el 2005 se produjeron.  las expectativas frustradas en cuanto a los asuntos amorosos nunca me dejaron apreciar debidamente todas esas cosas: que mi hermana mayor quedó embarazada por ejemplo, que corrí el riesgo de cambiar de país y que conocí gente buena e interesante, que estoy en la recta final de mi tesis, que los amigos que aprecio me aprecian, que aprendí muchísimas cosas de mí y de los demás, que leí muchísimos buenos libros, que me reencontré con mi lengua materna, que escogí una posición política clara, que me sentí menos localista y dejé de pensar con tapaojos mentales en algunos temas, que pronto tendré un libro mío, que descubrí que amo estar en soledad con alguna frecuencia, que vi a Joe Zawinul a dos metros de mí, que ahora peso 52 kilos y creo que ya es para siempre, que mi familia es estupenda, que el amor es bonito mientras no se le da toda la importancia, que cada vez soy más adulta, que no me da ningún placer avergonzar o herir a las personas, que el lugar importa cada vez menos, que he aprendido a ser generosa, que nunca me faltará trabajo, que Internet es increíblemente útil pero también aislante, que cada vez me conformo menos con poco.

han sido demasiadas cosas perdidas de vista. 

2 comentarios

ich -

merci!

Eduardo -

Me gusta tu blog. Es una minuciosa aleación de exhibición y cultura, de intimidad y miscelánea. Hay una autora a quien casi espiamos por encima de su hombro cómo escribe, nos cuenta cosas acerca de París, de su hermana, de su trabajo, de su novio, de sus sueños; y también hay una preocupación por la cultura, por la música, por el cine y la fotografía.
Es fácil tomarle afecto a esa chica que sale temprano a unas calles amedrantadas por el frío (ah, qué nevado desamparo), o recibe el año en Viena contando hasta cero; es sencillo y tierno seguir su discurso acerca de la privacidad (la privacidad… ¿alguna vez existió eso?) y su ausencia: esos dedos que hurgan en el correo electrónico personal (cuidado, me parece que las empresas están autorizadas a revisar el correo de sus empleados).
Uno no sabe qué le retiene aquí, leyendo con simpatía este diario de una muchacha que parece nuestra hermana, nuestra amiga. Pero, eso sí, añade la dirección a sus favoritos, para no perder su vida de vista, para enterarse, cuando ella quiera, de cómo se llama esa novela que le están imprimiendo. Y así poder comprarla, naturalmente.