Ayer encontré de casualidad en el msn a un amigo de la adolescencia.
Necesitaba un consejo masculino. Le llené de preguntas y fui contándole algunas cosas que me habían sucedido días antes. Luego nos enzarzamos en una cantidad de recuerdos.
Qué curiosa percepción tenemos dos personas sobre los mismos eventos.
Mi querido amigo y yo, en algún momento, nos amamos profundamente. Eso fue hace mucho ya. Ahora tiene su familia y parece feliz.
Qué misterioso es el reencontrar brevemente a alguien con quien se tenía una comunicación excepcional y darse cuenta de que hay cosas que no cambian.
A pesar de los contextos distintos en los que nos desenvolvemos hoy.
A pesar de las distintas experiencias que hemos ido eligiendo.
A pesar de las mudas de carácter, de la gente frecuentada, de los millones de horas pasadas, llegué a sentir que nos leíamos la mente.
0 comentarios