María Antonieta
Esta noche me voy a Viena.
Ayer por la tarde nos encontramos Angel, Cris y otros amigos en el cine para ver María Antonieta.
Creo que esa película podría llamarse María Antonieta o el fin de fiesta, o más bien algo cercano a hangover, resaca.
Y ayer la resaca nos había sumido en una melancólica somnolencia
Una vez más la ley del ritmo se impone en todas las cosas.
María Antonieta llega con miedo a una fiesta en donde ella es la protagonista. Gana confianza, baila, bebe, goza, dilapida. Cada día se dice : no hay mañana.
¿Frivolidad o hiperconsciencia de lo efímero?
En esta peli hay una apuesta por la incomprensión, por el décalage, por la imposibilidad de formar parte y creo que es su mayor encanto. Cantidades de detalles reafirman esta idea, las imágenes son deliciosas y vanas.
Hay un elogio del goce, de los sentidos. La bella María Antonieta deleita sus ojos, su paladar, su tacto, su oído.
Cada instante está consagrado al placer y todos los placeres se le ofrecen.
Cada día es un pequeño trozo de papel ardiendo entre sus dedos.
¿Qué puede haber de malo en ello?
Pero empieza a amanecer, y hay que ir recogiendo las copas vacías.
Y como en todo fin de fiesta hay olor a cigarrillo, cantidades de basura, huecos en la memoria, cuerpos entrelazados.
Y una tristeza infinita al ver comenzar el día, más gris, más cotidiano, más implacable.
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