curioso. Escribía el penúltimo post al lado de un muchacho que acaba de levantarse y pasar enfrente mío.
Llevaba un polo con la cara del Che y marcado en rojo "REVOLUCION".
Sí, qué fácil es la revolución desde una silla de la lujosa Biblioteca Nacional de Francia, fácil cuando no se tiene la policía encima por el permiso de residencia, fácil cuando no se tiene que volver cada once meses al triste país, pagar más de mil euros en permisos de salida y estar obligado a volver, once meses más tarde después de haber trabajado y estudiado durante todo el puto año sin parar. El precio de hacer una tesis aquí para un cubano.
Fácil cuando lo que uno quiere ser o hacer está al alcance de sus manos y depende casi únicamente de tu voluntad. Fácil es desear la revolución para el otro, mientras no sea uno el que se muera de hambre. Qué romático suena oír que en Cuba se han comido durante años sólo pomelos y coles (pregunten a un cubano de cuántas maneras se puede preparar un pomelo). Qué héroes los cubanos, todo lo que hacen por sus ideales. Fácil es la revolución desde París, Madrid, o aún Lima. Salud por ella, peor eso sí, con un Cuba Libre.
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Marea -