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diariodecosas

azar

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Leo los anuncios del FUSAC esperando el autobús que me lleva a la Biblioteca y volteo por un breve instante. Veo unos zapatos familiares, un jean, un polo que conozco. Me acerco. El azar, las coincidencias, estamos en el mismo barrio, junto a François Mitterrand está el cine. Mientras yo iba a estudiar, él iba al cine.

Después me parece demasiado bueno, y pregunto entre risas: me has seguido ¿no?

Sí, desde la salida de mi trabajo, me ha seguido hasta Saint Michel, ha visto cuando me he comprado un panini, cuando he caminado mirando los escaparates, cuando he cambiado dos veces de idea para volver a la estación de Cluny y tomar el metro 10 hasta Austerlitz.

Ha visto cuando me he extraviado en los corredores de la C, cuando finalmente, saliendo, me he arreglado el sostén, aprovechando la soledad de los pasillos, cuando me he mirado en un espejo, y he salido cerca del Sena, cuando he cruzado los boulevares con el semáforo en rojo, cuando me he sentado junto a un pakistaní o indio, en la parada del bus, y cuando, finalmente, he deglutido el último bocado de mi almuerzo.

"No sabes por dónde caminas" oigo, y "vas demasiado aprisa". "He estado tan cerca, y nunca me has visto", "en ningún momento me escondí, y no me has visto". Me invade una total indefinición. No sé si reír o llorar. No sé si sentir temor o halago. Me río, pero son los nervios...

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