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diariodecosas

algo de aire

algo de aire

al fin.

ya se decía uno que no podía ser que sólo lo rancio, lo estrecho, lo pequeño, pudiera manifestarse en Cataluña.

al fin llega algo de aire , y con el aire, la lucidez, las neuronas más oxigenadas.

días

pienso en mi relacion con d., en lo que uno puede desgastarse, en cuánto puede uno herir, a veces sin querer, otras adrede. en la sorprendente capacidad que tenemos a veces para aguantar las flechas, esquivándolas o no.

cuando recuerdo esa vida cotidiana, una mezcla de nostalgia y de disgusto se instalan por un instante.

qué dificil: no hablar el mismo idioma, interpretar las cosas de manera tan distinta, sentirse impotente porque lo que uno dice inocentemente constituye de inmediato una prueba en contra, tener finalmente expectativas opuestas, posiciones políticas opuestas, modos de comunicación opuestos, estados de ánimo opuestos.

y aún después, uno cree sólo ser capaz de eso, hasta que se va encontrando gente que vive en armonia, que se ríe mucho, y sorprende verse a veces así, amable, generoso, valorado.

hoy me siento satisfecha, y por eso tengo ganas de agradecer (no creo que lean este blog, pero sabrán reconocerse si es el caso) a las extraordinarias personas con quienes he compartido el tiempo en estos dos últimos años. Cada día pasado con ustedes ha sido muy feliz y se los debo para siempre.

Peru, de nuevo

Peru, de nuevo

Anoche, en la Unesco, vimos un espectaculo de danzas folklóricas para el que Gloria me había dado una invitación. En la pausa, compramos empanada, causa, alfajores e Inka Cola. Encontramos a Oscar, vimos juntos la segunda parte.

La Diablada, los Danzantes de Tijeras, el Tondero, la música y los bailes eran magníficos. La sala estaba llena de peruanos. Terminaron cantando "Tengo el orgullo de ser peruano..." A pesar de lo huachafo de la situación, nos sentimos bastante emocionados

Y hoy, apenas abro la página de La República, veo el titular que dice "Coimeaba como pobre".

Un vocal supremo hundido para siempre por recibir dos mil putos soles. En la página están aún las noticias del día anterior: la presidenta del Congreso que reclama que los vocales se rebajen los salarios, que el poder judicial entre en austeridad, que como el ahora honrado Presidente de la República, bajen sus salarios de veintitantos mil soles a sólo quince mil. Patético.

En un vídeo por demás decepcionante, triste, humillante, el pobre hombre (se le compadece) tiene que reconocer que los billetes que guarda no son suyos, los policías se presentan con las fotocopias, todo ha sido filmado. El jefe máximo del Poder Judicial dice que lo conoce desde hace treinta años y que jamás tuvo un indicio de corrupción, jamas una queja, que le duele.

Nos duele a todos. Uno se pregunta por qué. Tal vez la única respuesta es: la miseria.

El hombre ése, sin embargo, dictó sentencias en favor de Fujimori, de sus allegados, redujo las condenas de un sinnúmero de corruptos. Entonces comienza a dar menos lástima. O más bien confirma lo de la miseria. Que se puede vivir en la miseria y no dejarse tentar por la porquería que la rodea, o hacerlo medianamente, a veces sí, a veces no. O que uno puede simplemente irse.

En fin.

El Perú, los sentimientos que despierta. El orgullo, la decepción, la rabia, la pena.

Dutronc

Dutronc

Paso mis tardes del fin de semana frente a la pantalla. Quisiera estar echada en mi cama, o mirando la televisión, o hasta intentando nadar en la piscina. Este mundo despiadado del trabajo es una cosa espantosa. Aún en mi trabajo alimentario, donde hoy hay un pésimo ambiente, uno pierde a veces las perspectiva de las cosas y creer haber nacido sólo para producir. No creo que sea correcto.

Así que estoy aquí, una vez más, disfrutando de la música ahora con el you tube. Y preguntándome si lo verdaderamente justo no es sino el estar bien, el intentar hacer que todo sea lo mejor posible para uno. (Lo siento, hoy no tengo ganas de alimentar ideales colectivos, hoy quiero ver por mi pellejo, cosa que nadie máa hará por mí). A veces oigo esa canción de Dutronc , y me pregunto si no es eso finalmente lo más útil. La libertad negativa de la que habla Isaiah Berlin: la de hacer lo que a uno le plazca donde el límite es lo que comienza a molestar al otro.

En fin...

Ali Farka Touré

Ali Farka Touré

Paso mis días en la biblioteca. A veces, cuando hay sol y todo se presta al goce, tengo la sensación de estar quemando mi vida entre libros, de estarme perdiendo de lo mejor de todo. Cuando me pongo más razonable, me digo que esto es vivir y que me da placer, que el conocimiento es mi goce, aunque no lo sea para el resto.

Así que ayer consumí diez horas mas de mi life en la bella y lujosa Biblioteca Nacional de Francia, jurándome luego una cenita compensadora y una peli a la que le había echado el ojo.

Era un documental sobre Ali Farka Touré, mas que sobre él, sobre lo que él representa: un cruce de culturas, de etnias africanas, en una pequeña zona del Mali, donde la gente se muere de hambre.

Ali farka es un negro alto, viejo, que habla un francés a veces dificilmente comprensible. Toca la guitarra eléctrica y ahí es un verdadero genio. Sorprendentemente moderno, local, pero profundamente cosmopolita. Lleva relojes de oro, lentes dorados, le gustan los trajes de colores. Se ríe y su dentadura es perfecta, como la nieve...

 

septiembre

septiembre

anda, deja que ...

que se come con miel ...

y tal vez

no tengamos mas...

y tal vez no seas tu...

 

azar

azar

Leo los anuncios del FUSAC esperando el autobús que me lleva a la Biblioteca y volteo por un breve instante. Veo unos zapatos familiares, un jean, un polo que conozco. Me acerco. El azar, las coincidencias, estamos en el mismo barrio, junto a François Mitterrand está el cine. Mientras yo iba a estudiar, él iba al cine.

Después me parece demasiado bueno, y pregunto entre risas: me has seguido ¿no?

Sí, desde la salida de mi trabajo, me ha seguido hasta Saint Michel, ha visto cuando me he comprado un panini, cuando he caminado mirando los escaparates, cuando he cambiado dos veces de idea para volver a la estación de Cluny y tomar el metro 10 hasta Austerlitz.

Ha visto cuando me he extraviado en los corredores de la C, cuando finalmente, saliendo, me he arreglado el sostén, aprovechando la soledad de los pasillos, cuando me he mirado en un espejo, y he salido cerca del Sena, cuando he cruzado los boulevares con el semáforo en rojo, cuando me he sentado junto a un pakistaní o indio, en la parada del bus, y cuando, finalmente, he deglutido el último bocado de mi almuerzo.

"No sabes por dónde caminas" oigo, y "vas demasiado aprisa". "He estado tan cerca, y nunca me has visto", "en ningún momento me escondí, y no me has visto". Me invade una total indefinición. No sé si reír o llorar. No sé si sentir temor o halago. Me río, pero son los nervios...

afuera!

afuera!

Hoy salgo hacia la biblioteca. Compro el Libération que he visto un poco en Internet. Tomo el bus que me deja cerca del Sena y una vez allí camino hasta llegar a la François Mitterrand. Mientras leo, una tristeza infinita se apodera de mí. El asunto de los indocumentados ha comenzado a cubrir las primeras planas desde hace ya una semana. Una multitud que ocupaba un edificio cerca de la universidad de Cachan ha sido expulsada y la mayor parte de ellos, sin papeles, son ahora perseguidos por la policía.

En los foros, en la calle, en la televisión, en El País de ayer, la cuestión de la inmigración por necesidad se lee, se oye, se comenta.

Qué hacer con gente que no le tiene miedo ya a nada? Si se ha abandonado todo, si se ha cruzado el mar sobre una llanta, si se ha visto morir a compañeros de viaje, a qué se le puede temer ya? Sólo queda la supervivencia. Y la gente que llega a España, a Francia, al Reino Unido, es gente que quiere seguir viviendo, que quiere la dignidad de comer una vez al día.

El problema es grande y complejo, lugar común inevitable. Leyendo a Ulrich Beck, me doy cuenta, cada día más, de lo inútil que es cerrar los ojos ante lo evidente, aferrarse a categorías conceptuales que no se aplican ya al hoy sin fronteras, al hoy donde cada uno de nuestros actos afecta al otro, donde nuestras elecciones, nuestros errores repercuten, quién sabe no al costado, pero tal vez más allá, donde creíamos que no era nuestro territorio.

Mientras Sarkozy se aplica a poner trampas y a expulsar a gente instalada en Francia desde hace más de diez años, ilegal, pero teniendo hijos aquí, que hablan francés, que comen en francés, que aman (tal vez) ya este país, la realidad se impone como algo nuevo, como una situación amorfa que escapa a leyes sólo válidas para estados que se definían bien, que comenzaban y terminaban en una línea roja. Hoy, las medidas de Sarkozy o de tantos Ministerios del Interior, son cosméticas. Qué son diez familias expulsadas frente a 30 000 personas que viven aquí, que trabajan normalmente, que consumen en los supermercados, que tienen hijos, que alquilan departamentos, que escolarizan a sus niños, que se compran un auto, que comen, duermen y festejan en Francia? Es como querer apartar cientos, millares de moscas de un pedazo de pastel.

Traduzco unos párrafos de Qué es el cosmopolitismo? de Beck, para el placer de todos aquellos que creemos que en este mundo, que es de todos, si no ayudas a resolver el problema, éste terminará por venir a buscarte:

"En las metrópolis globales que son Nueva York, Londres, Rio de Janeiro, Berlín, etc., no se necesita buscar durante mucho tiempo para encontrar choferes, conserjes, mujeres u hombres de limpieza capaces de expresarse con facilidad en más lenguas que cualquier bachiller salido de liceos alemanes o franceses o cualquier diplomado de universidades estadounidenses. La transnacionalización del capital que está en todas las bocas, se duplica por una transnacionalización del trabajo poco remunerado, que en general no está percibido ni reconocido por lo que es: el modelo de un cosmopolitismo de la impotencia donde toda supervivencia implica un mínimo de cambio de perspectivas, de imaginación dialógica y de creatividad en la manera de abordar las contradicciones. Vivir en la contradicción, esto significa también que los migrantes, que en el mejor de los casos son tolerados, y con frecuencia criminalizados, son extremadamente funcionales, aún si parecen, en la óptica nacional, ilégítimos o ilegales." pp. 200-201.

 

Fed up

Fed up

Cuál es el lugar de cada quién en el mundo, dónde y con quién debe uno relacionarse.

Amo la literatura pero no quiero rodear mi vida de ella.

Hasta hace unos meses la vida literaria estaba presente en cada circunstancia. Junto a las noticias que leo religiosamente, había una lista de blogs de visita obligatoria. Y así, más que de literatura, estaba al tanto de líos literarios.

Hace muchos años, cuando era más joven y escribía, estaba rodeada de amigos escritores, aunque poco hubiesen escrito. Sentía placer al comentar un libro, al recibir consejos, al observar a la gente dar rienda suelta a su extravagancia, salir de bares y embriagarnos, contarnos historias sobre unos y otros y repetir todo eso al día siguiente.

Lo mismo se reprodujo en Madrid, pero con gente ya mayor, cuyos intereses y necesidades eran más reales. A pesar del infinito placer, de las risas y de los estupendos encuentros, tengo la sensación de haber encontrado sólo gente profundamente insatisfecha, como yo misma. Un espejo algo triste, donde más allá de la buena onda que todos intentamos destilar, hay mucha frustración, hay mucho ego, hay mucha intolerancia.

Me envían la carta de un poeta -uno de esos patéticos mailings de algún ignorante que cree poseer la verdad-, que lleno de odio, o más bien de celos, intenta denigrar a un colega suyo. Y tengo una sensación de hartazgo.

La literatura no es el terreno para dar libre albedrío a la miseria íntima. A no ser que a partir de ello, uno produzca algo. La literatura no es un ring para los arreglos de cuentas, no es una piscina donde para no ahogarse uno tiene que hundir la cabeza de quien nada al lado.

La literatura es la única cosa que me hace verdaderamente feliz, mi única certeza. Le tengo fe a la literatura como territorio íntimo, como placer solitario. Y por eso, desde hace algunas semanas, he decidido abrir las ventanas, dejar correr la brisa. No he vuelto a ver los blogs, no he querido saber más de chismes, me he puesto a leer más y mejores libros, a seguir preparando mi tesis, a tratar a mis amigos escritores con cariño, a preguntar por sus sentimientos, no por lo que están escribiendo.

real life

real life

 

Gabriela se ha comprometido con uno de los chicos a quienes tiene locos. No me ha preguntado lo que pienso, sólo me lo ha comunicado y me parece bien.

Esta cuestión de las generaciones y de los compromisos que se van adquiriendo siempre me ha parecido curiosa. Tal vez porque soy una insensata y porque siempre me gustó, o me salió actuar de manera inesperada (y por lo general equivocada). El hecho es que las cosas se van encadenando, la seriedad se impone, y voy sintiendo cierta nostalgia de las cosas que no hemos hecho.



Para este post voy a poner algo rojo...

relatividad

relatividad

Hoy leo que los españoles se endeudan por cincuenta años para tener casa propia. Que tener casa propia es una cuestión de prestigio, un vía crucis obligado.

Envío la noticia a Stéph, que busca departamento en París. Desde hace unas semanas, cuando un agente le llamó para ofrecerle un studio, hemos organizado visitas, hemos llamado a muchos propietarios, mirado anuncios de agencias y visto muchos lugares. De todos los sitios, uno sólo parecía interesante, pero la calle estaba llena de yonquis y el vecindario daba miedo.

Hace como una semana, Angel y Cris nos han invitado a cenar. A hora y media de París, frente a un inmenso jardín, nos debatimos todos entre el espacio y el tiempo.

Se trata siempre de eso. Siempre la misma cuestión, qué vale más para uno, a qué se puede renunciar todavía. Cuál es nuestro mínimo indispensable: ¿el espacio?, ¿el tiempo?

Angel quiere mudarse a París. Cris no quiere renunciar a una casa grande. Stéph quiere no tener que viajar a su trabajo durante una hora cada día. Por ahora, yo me contento con lo que me toca, pero sé que no va a durar.

El espacio: donde deja uno sus marcas. Donde deja uno su huella indeleble.

El tiempo, donde uno es y deja de ser. Donde la transformación es la constante.

Café Lumière

Café Lumière

Tengo una debilidad por las películas japonesas.

Esta película, vista ayer a las once de la mañana es una verdadera delicia.

Yoko, una joven periodista, hace una investigación sobre un compositor taiwanés que vive unos años en Japón en los años treinta.

Yoko vive sola, prepara su comida, lee, sale con sus amigos, viaja a ver a sus padres. Está esperando un niño. El padre vive en Taiwán pero ella no quiere casarse, ni vivir con él, ni nada de eso. Sale de su casa, oye música, pedalea en bicicleta, sueña, viaja en tren.

El motivo del tren comienza a cobrar importancia. El tren que la lleva de Taiwán a Japón, de la ciudad a la casa de sus padres en el campo, en el tren cruza a su amigo una y otra vez. Encuentros, desencuentros, partidas, llegadas, sonidos, silencios.

Del minucioso recuento de actividades cotidianas, vamos pasando, imperceptiblemente a la magia de una sucesión de momentos poéticos, como en un café de luces tenues.

 

Los Berkman se separan

Los Berkman se separan

Y se ponen insoportables.

Estamos en el escenario cliché de una familia de intelectuales estadounidenses de izquierda. Madre super talentosa, escritora, liberal. Padre ídem.

El típico ambiente universitario estadounidense de tantas otras pelis aparece aquí, en menos interesante, en totalmente previsible. Si en Wonder Boys está muy bien presentado, aquí, la pálida copia del profesor de talleres literarios y la alumna sexy que le alquila un cuarto es patética.

Desagradable también el maniqueísmo que intenta ponernos de un lado o del otro del ring. Al final uno queda acorralado entre una madre infiel pertinaz y la tacañería de un padre por demás arrogante.

El matrimonio de los Berkman parece resumirse a una mezquina repartición de objetos: éstos son mis libros, los escondo mientras duermes para que no me los robes. Del amor de antaño queda un gato, primero objeto de disputa y que al final nadie quiere.

Lo único interesante: los hijos, pero aún allí, algo fácil la cosa ésta de situarlos cada uno con el padre que le va.

En fin, mejor hacer otra cosa un domingo por la tarde.

curioso. Escribía el penúltimo post al lado de un muchacho que acaba de levantarse y pasar enfrente mío.

Llevaba un polo con la cara del Che y marcado en rojo "REVOLUCION".

Sí, qué fácil es la revolución desde una silla de la lujosa Biblioteca Nacional de Francia, fácil cuando no se tiene la policía encima por el permiso de residencia, fácil cuando no se tiene que volver cada once meses al triste país, pagar más de mil euros en permisos de salida y estar obligado a volver, once meses más tarde después de haber trabajado y estudiado durante todo el puto año sin parar. El precio de hacer una tesis aquí para un cubano.

Fácil cuando lo que uno quiere ser o hacer está al alcance de sus manos y depende casi únicamente de tu voluntad. Fácil es desear la revolución para el otro, mientras no sea uno el que se muera de hambre. Qué romático suena oír que en Cuba se han comido durante años sólo pomelos y coles (pregunten a un cubano de cuántas maneras se puede preparar un pomelo). Qué héroes los cubanos, todo lo que hacen por sus ideales. Fácil es la revolución desde París, Madrid, o aún Lima. Salud por ella, peor eso sí, con un Cuba Libre.

prisiones

Algunos elegimos prisiones. Muchas de esas prisiones comienzan a determinar nuestras vidas. A través de la repetición me voy dando cuenta de ello. Mi tesis es una prisión por ejemplo. Lo curioso es que desde hace siete años siempre he tenido tesis que escribir. Nunca he intentado buscar una beca (sí, una sola vez, pero no me la dieron). Me gusta el sacrificio, el aprisionamiento de tener que conseguir las cosas por la vía más difícil.  Cuando algo llega fácilmente a mis manos creo no merecerlo. No sé por qué.

Tal vez es porque vengo de donde vengo, porque en mi lugar de origen nada es nunca fácil, y si lo es, es sospechoso.

Ayer veía en todos los canales, en todas las lenguas, las noticias sobre el inicio del fin de Fidel.

Parece demasiado bueno, no su fin físico, claro, después de todo se trata de una vida, sino el fin de une imposición de cadenas, seductora y excesivamente larga.

En fin, a veces uno elige las prisiones porque no sabe qué hacer con la libertad.

I love Bayly

Hoy andaba algo tristona.

Esas cosas del Perú, de un mal vino blanco y de un despertar en la madrugada.

Angelo me ha llamado para hablar sobre el mensaje de Alan que intentó ver por Internet y que no pudo. Me sugirió buscar entre los videos. Por ahí encontré algunas joyas, las mejores son de Jaime Bayly que me arrancó un buen rato de carcajadas. Aquí, por si algún peruano cae por este blog, un regalito de fiestas patrias:

Alan y el baile de las tetas

 

 

Peru

Peru

 

 

amo al Peru.

a veces, cuando me siento desesperada por cosas de papeles, cuando hay viajes, elecciones, malas noticias, me digo que fue pura mala suerte nacer ahi.

pero ésa es una tonteria de la que me arrepiento inmediatamente.

amo a mi pobre mi pais como todos los que hemos tenido que dejarlo, con rabia, con decepcion, con alegria (algunas veces).

cuando entro en el metro y oigo, aunque sea lejos, algun sonido que me recuerde la casa, los amigos, el cielo azul de la sierra, el olor de Cusco cuando llueve, mi corazon se hace pequeño y quisiera volver, quisiera nunca haberme ido.

cuando me cuestiono sobre mi identidad, sobre todas las cosas que soy ahora, el lugar mas entrañable esta reservado para mi lado peruano.

ayer le decia a alguien que nunca volveria a vivir al Peru, pero esta mañana, mientras tomaba una ducha, estaba haciendo planes para mi retiro, cuando sea vieja, y no podia imaginarme un lugar mas perfecto para ser feliz que el Peru, que mi casa en Santiago, que yendo al mercado de Santa Clara, que tomandome un café con amigos en la Plaza de Armas.

Y asi es, este pais nos ha dado tantas cosas. Tratandonos tan mal, nos ha quitado el miedo, nos ha hecho fuertes, nos ha obligado a tener fe, nos ha hecho amar la vida.

 

Nota: disculpas por la imagen huachafa, pero asi es el Peru

vacaciones

vacaciones

Vuelvo de vacaciones. De nuevo la casa, correr al metro, correr al trabajo (infame trabajo), correr de nuevo al banco, al correo, seguir corriendo a la casa, preparar a carreras la comida, comerla rápidamente, dormirse temprano porque el día comienza a las siete y así, sin parar día tras día.

Y las vacaciones llegan, y también pasan, con todos los buenos instantes en los que uno se siente vacío, sin utilidad, tostándose bajo el sol, preguntándose sobre el por qué de las cosas y sin querer encontrar respuesta, riéndose de lo tonto que es uno en la ciudad, en el día a día, deseando irse siempre lejos, pensado que es necesariamente en otro lugar donde la felicidad se encuentra. Jamás aquí, jamás en nuestras manos, siempre allí, donde estuvimos antes, ése es el poder pernicioso de la memoria, todo lo transforma en cosa sublime.

Hoy, más que otros dias, me aferro al hoy (voluntaria redundancia), quiero que este día, en el que dentro de algunas horas tendré un pequeño conflicto laboral, sea un buen día.

Quiero presentarme como a las vacaciones, sonriente y sin ningun proyecto, sólo el de divertirme. Quiero lanzarme al mar como un surfista (como supongo que éste lo hace), sin conocer el tamaño de la ola, pero con la seguridad de que encontraré algun placer a la cosa, corriéndola o siendo aplastada,y salir luego mojada y satisfecha.

negociacion

no quiero ceder.

aparecen circunstancias en las que no soy capaz de renunciar a nada.

me duele pensar que hay que cancelar las salidas, elegir solo una.

como saber qué dejar entre lo que amo y lo que amo?

tal vez, como me decia una amiga muy sensata: la eleccion no es entre a y b, sino entre yo y yo.

diferencia

diferencia

 

Hace unos días acabé de leer el libro de Maalouf y ahora Israel bombardea el Líbano. Triste coincidencia.

Durante algunos días nadie ha dicho nada. Europa se ha callado, Estados Unidos también.

Visto lo grave del asunto, leo que Zapatero intenta al fin algo desde España, que el primer ministro de Líbano ha llegado a París y que Chirac envía su primer ministro y su canciller a ese país. Los franceses en Líbano vuelven en masa, y creo que todo aquél que lee las noticias hoy, se entristece por la irracionalidad de un gobierno israelí prepotente, que actúa con el mismo desprecio por la vida que un grupo terrorista infame. Dónde queda entonces la razón si se aplica sistemáticamente la ley del Talión?

Pero detrás de todas esa muertes, el problema sigue siendo el mismo: la incapacidad de reconocer y de respetar la diferencia del otro, y la incapacidad de aceptar que para poder subsistir hay que someterse a leyes generales.

Para quien lea francés, esta entrevista del primer ministro del Líbano puede ser bastante ilustrativa.