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14 de julio

14 de julio

Sentados en la explanada de Invalides, rodeados de miles de personas, oímos a Mozart, miramos al cielo. Es el día nacional de Francia. Como todos los años estoy viendo los fuegos artificiales cerca de la torre Eiffel.

Amo este país que nos ha acogido a mí, a mi hermana, a mis amigos, a veces más de una vez. Es en este lugar donde he podido hacer lo que amo, el que de algún modo me ha hecho quien soy, con su gente, con su lengua, con su cultura. Es aquí en donde he visto algo del mundo tan cerca, en las salas de la universidad, en el hotel donde trabajé tanto tiempo, en las bibliotecas, en las banquetas del metro, en las filas para el cine, en mi propia casa. Tantos rostros, tantas lenguas, tantos olores. Es éste el lugar más bello del mundo, casi más que Cusco ya, en mi corazón.

fe

A veces siento que amo. A veces despierto por la madrugada y salgo al balcón y fumo un cigarrito mirando el patio silencioso, los carros pasando lentamente, las luces lejanas que se apagan y se encienden, y siento una respiración, un olor bien conocidos, por un breve instante siento que amo y que soy feliz.

A veces deambulo por el departamento, de la cocina al cuarto, del cuarto al salón, me sirvo un vaso de agua y una especie de euforia se apodera de mí. Imagino que soy capaz de emprender una vez más todas las locuras, que no conozco aún nada de nada, que todo lo que me espera es siempre bueno, siempre emocionante, que no hay final.

A veces tengo tanta fe en tantas cosas, tanta esperanza en mí, en los demás. A veces tengo la certitud de que un secreto orden me ha traído hasta aquí, por alguna razón, con algún objetivo, y respiro tranquila. Todo está organizado, todo tiene su razón de ser, me digo. Y vuelvo a la cama, cierro los ojos.

goles

goles

Vemos el partido en un bar. Todos frente a la pantalla vamos por Francia. Gol de Zidane, luego gol de Italia. Luego la expulsión, los otros goles. Alguien grita: Bravo Zidane! y todos aplaudimos largamente. Salimos hacia la Place d'Italie y volvemos a casa, a ver el fin de fiesta. Se oyen algunos que festejan a pesar de todo. La televisión muestra a la gente en los Campos Elíseos. Sobre el Arco de Triunfo proyectan las imágenes de los jugadores que no veremos ya en cuatro años más. Arriba está escrito GRACIAS.

Traduzco aquí un artículo del Libé que me ha encantado.
«Tengo un buen amigo, un loco por los EEUU, que intenta desde hace años verme capitular y dejar los verdes paraísos del gramado por los parquets relucientes de la NBA.
A lo largo del Mundial, después de los octavos de final soporíficos entre Ucrania y Suiza, cuyo clímax fue un primer plano de los rasgos siniestros de un jugador helvético calmando su sed, este buen camarada aprovechó la ocasión de inmediato. "¿Cómo puedes perder tanto tiempo por un deporte tan aburrido? Sabes bien que cada año, la Fifa intenta cambiar las reglas para ponerle un poco de pimienta, y no funciona. No sirve... Aunque alarguen los arcos de tres buenos metros, eliminen la regla del off-side y le aten una mano a la espalda al portero en el momento del tiro libre, el fútbol será siempre un juego lento y sin sorpresas. ¿Cómo un hombre sensato puede perder noventa minutos delante de una pantalla, sabiendo que no tendrá, como máximo, sino uno o dos momentos interesantes, y que todo el resto, no tendrá frente a sus ojos sino a hombres sudorosos y sin aliento, enfrentádose al árbitro o uno contra el otro o simulando lesiones para ganar tiempo?"
La respuesta para ello, a pocas horas del final de un Mundial bastante decepcionante, es simple y triste. La razón por la cual amo tanto el fútbol, es que se parece, hasta el llanto, a la vida: aleatorio, injusto, aburrido la mayor parte del tiempo, pero esconde esa eterna esperanza de que en un momento, aunque sea fugaz, todo se encadenará y encontrará su sentido.
Qué puedo hacer, después de todo, la vida no es una sucesión de canastas marcadas por campeones flexibles y virtuosos... La vida no es sino un largo esfuerzo, desprovisto de coordinación, una via dolorosa al cabo de la cual estalla, a veces, la acción genial de un Zidane, de un Cristiano Ronaldo o de un Ronaldo o de algún otro mago. Y, en un instante, todo ese méli-mélo pegajoso y aventurado, que tiene un nombre, «partido de fútbol», se metamorfosea en algo coherente, estético, digno.
Y después de que ese momento y sus disminuciones se hayan desvanecido, retornaremos, todos, a la gris realidad de los momentos perdidos, de los pases fallidos y de los tiros mal orientados, a los metros de enmallado sólo para esperar, pacientemente y con una esperanza infinita, el próximo instante de gracia.»
(De un texto del escritor Etgar KERET)

gracias chicos

gracias chicos

preciosa foto de un partido que no ví.

Esta noche la cita es en los Campos Elíseos.

 

Ayer, en casa de Sophie, conversando con un joven autor de teatro, me oí explicando por qué no escribo nada de ficción desde hace algún tiempo ya. Después de las razones que conozco tan bien, y que suelen despistar a la mayor parte de personas, él sigue interrogando. En apuros, intento una segunda ronda de pretextos. Finalmente, la verdadera razón o la que ahora creo verdadera aflora por un segundo: tengo miedo.

De pronto cambiamos de tema, pasamos al fútbol, a la noche de hoy, a los goles que nos esperan.

Escribir es una labor dolorosa, un desnudarse público sabiéndose totalmente imperfecto, una entrada en la cancha con lesiones, es moverse en un terreno a veces adverso, a veces gloriosamente propio por algunos instantes. Y luego viene la salida, frecuentemente con algunos goles encima, cansado, recibiendo vivas o pifias de un público que es uno mismo, centuplicado, atento, sin piedad.

 

Identidades asesinas

Acabo de terminar el libro de Amin Maalouf: "Identités meurtrières", lo compré pues Vargas Llosa hizo un buen comentario en su Piedra de Toque del domingo pasado. He comenzado el libro antes de ayer y lo he devorado porque está muy bien escrito, porque está lleno de sentido común, de ideas claras y porque es tan justo, tan necesario.

 

Así que no resisto a la tentación de traducir unos párrafos porque si este libro no ha salido en español es una lástima ahora que está tan de moda la sinécdoque cultural, ahora que la gente se reivindica a, b, z, perejil, como si eso fuera todo, como si el resto de lo que se es quedara en segundo plano, fuese de relleno, no tuviese importancia.

Después de tanto leer sobre el tema, de tanto conversar sobre el asunto, he llegado a la conclusión de que uno es absolutamente singular pero también es mil cosas a la vez, fusionadas, superpuestas, inseparables. Y me parece que es tontería y es producto del temor reivindicar un aspecto en desmedro del todo. Porque elegir uno, implica darle jerarquía e implica también negar la preponderancia del todo como un bloque único e indisoluble. Porque reinvindicando a, no son tu lado b, ni c, quienes pierden, eres tú mismo, tú, todo entero.

" A quienes han sufrido por la arrogancia colonial, por el racismo, por la xenofobia, les perdonamos los excesos de su propia arrogancia nacionalista, de su propio racismo y de su propia xenofobia, y nos desinteresamos así de la suerte de sus víctimas, al menos mientras la sangre no haya chorreado.

Es que nunca se sabe dónde se detiene la legítima afirmación de la identidad, y dónde comienza el atropello de los derechos de los demás! No decía yo que la palabra "identidad" era un "falso amigo"? Comienza por reflejar una aspiración legítima, y de pronto se convierte en un instrumento de guerra. El deslizarse de un lado al otro es imperceptible, como natural, y todos nos dejamos llevar algunas veces. Denunciamos una injusticia, defendemos los derechos de una población que sufre, y nos descubrimos cómplices de una masacre al día siguiente."

(Amin Maalouf, Les Identités meurtrières)

final

con algo de nostalgia pienso en el próximo lunes, cuando se haya acabado el fútbol y los amigos se comiencen a ir de vacaciones. Yo metida aquí en la biblio. Otro verano más estudiando en París, vacío, sin Zidane, con calor y cines, con helados en la casa. Tal vez me dedique a aprender a nadar. Puede que un día me sirva. O quizás decida volver al alemán y repase las declinaciones y el genitivo -ayer Diego me dio envidia con su manual de Hindi y su cantidad de autores en la punta de la lengua-, o quizás decida finalmente visitar a Stéph, que se va a Pau, quizás Cris o Angel quieran irse a algún lado o Gabriela venga...

vida en común 2

vida en común 2

Con frecuencia (y en particular estos días), recuerdo mi buhardilla en Montmartre, a donde llegué después de haber pasado el primer año en París, soñando con la soledad, con la independencia, con el placer de estar en silencio hasta cuando yo quisiera. Cuesta aceptar al otro, sobretodo cuando éste fagocita, cuando se impone la dependencia, cuando uno es el público perfecto, cuando la inseguridad convierte a uno en el mentor y al otro en el alumno, cuando se nos atribuyen, en fin, roles que no hemos elegido.

Desde hace dos años me ha tocado alternar con diferentes personas, vivir con gente de edades distintas, y casi siempre he sido muy feliz. La compañía, aquí y en Madrid, ha sido con frecuencia inolvidable, algunas veces pesante. Supongo que mi presencia ha tenido también de lo uno y de lo otro para quienes me acogieron en sus casas, quienes me la alquilaron, quienes tuvieron que quedarse en la mía. La vida en común es un delicado equilibrio. Recuerdo las estupendas noches con Angel y Cris en Brunoy, los fines de semana incrustada en la cocina de Celina, la piernas entrelazadas en el sillón de un parador del sol, perfectas no sé por qué. Recuerdo también, con menos gusto, mis obsesiones por cerrar las puertas, el mal humor de un antiguo amor, enfin, cosas con las que uno tiene que lidiar y que termina no soportando, sin saber por qué.

Todo eso para decir que la soledad también puede ser un lujo. 

Arriba Francia

Arriba Francia

Anoche, mejor dicho esta mañana vuelvo de una fiesta por la autopista. Después de una hora de viaje entramos en la zona parisina, nos acercamos al periférico. Una increíble cantidad de carros, decorados con banderas, tocan el cláxon al mismo ritmo. Francia ha ganado el partido contra Brasil.

En la fiesta de matrimonio, mientras cenamos, los camareros del cátering ven el partido. Estamos en medio del bosque de Versalles, y oímos los gritos. El novio toma el micro y dice que Francia ha metido un gol. Nos servimos más y más vino, muchos miran sus relojes. El partido ha terminado y alguien dice: Vive la France! Salimos a bailar.

Me dejan en la Place de la Concorde, son las tres y media de la mañana. Tengo la idea de encontrar un taxi. Imposible. Camino hasta Saint-Michel, en todo el recorrido hay una multitud que se desplaza, pintados de blanco, rojo y azul, gritan, bailan, se emborrachan. Pasan carros con gente que saca medio cuerpo por la ventanilla y extiende nuevamente esta bandera. Espero el bus de noche, media hora en cada parada, sigo avanzando a pie. Finalmente me decido a ir hasta Place d'Italie. Sigue el ruido, llego a dormir por un par de horas antes de irme al trabajo. La bocina de la policía no deja de sonar hasta que despierto y salgo. Hay sol, los carros de limpieza dejan la ciudad húmeda y radiante. Hay que esperar hasta el miércoles para ver si festejamos de nuevo.


de izquierdas y de derechas

 

¿qué es la izquierda?

Responde Savater. Y repite luego que idiota es aquél que se mantiene lejos de la política.

foot

foot

En el Perú, para hablar de la vida, decimos a veces: "así es el fútbol".

Imprevisible, delirante, fácil pero complicado.

Leo un artículo sobre Levon Biss.

Recuerdo esa magnífica foto donde cholas cusqueñas atacan el arco.

Hace unos días el partido Francia - Togo me sacó literalmente de la cama y mi compañera de piso me envía (ahora enviaba) sms festejando las victorias de Ecuador.

Pienso en el cosmopolitismo del que habla Beck, ése que nos convierte en franceses, en españoles, en italianos, en argentinos, así, sin visa y por un instante.

 

libre

La libertad suele dar miedo. Sobre todo en amor.

He sentido también gran temor de cosas como ésa. Solía torturarme la idea de que el ser amado viera más verde algún otro prado, por ejemplo.

Poco a poco, tal vez por resignación, voy concluyendo que es cosa inútil. Me digo que lo que tiene que ser, será, pero también que todo cambia. De nada sirven las prisiones, es inútil la cautela.

Me gusta creer que la distancia, el tiempo, la gente que uno va encontrando, eso que tanto asusta, sólo debilita lo que es de por sí inconsistente.

 

now

now

ahora que no me acuerdo del pijama,
ni recorto el crucigrama,
ni me mato si te vas.

Ahora que tengo un alma
que no tenía.
Ahora que suenan palmas
por alegrías.
Ahora que nada es sagrado
ni, sobre mojado,
llueve todavía.

Ahora que está tan sola
la soledad.
Ahora que, todos los cuentos,
parecen el cuento
de nunca empezar.

Ahora que se atropellan las semanas,
fugaces, como estrellas de Bagdad,
ahora que, casi siempre, tengo ganas
de trepar a tu ventana
y quitarme el antifaz...

Hoy es 21 de junio. He encontrado unas viejas conversaciones en el chat grabadas en un archivo refundido en mi compu. Entonces era tan extravagante que lo guardaba todo. Y el tiempo, y las palabras, y las cosas que uno se atreve a decir, todo eso asusta, hace sonreír, conmueve. Sigo pensando en que sólo vale aquello por lo que uno se quitaría la piel. Y nada más.

riesgo

riesgo

El riesgo de esperar es el de desrealizar la espera. El tiempo del "mientras tanto" se evapora, se comprime, se banaliza.

Vivo con intensidad las proyecciones de viajes, de encuentros, de eventos. Cobran demasiada importancia.

Alguien me decía que lo mejor era no esperar, aceptar lo que vaya viniendo. Conozco la frustración de muy cerca.

He decidido que hay que comenzar a aceptar. Y sin embargo es tan difícil contentarse, ceder, otorgar, ser generosa con el tiempo, con las palabras, con los perdones. Aceptar para encontrar, ése parece ser el medio.

extranjero

extranjero

La ley sobre la inmigración ha salido publicada en Francia.

Curiosa situación ésta que nos hace sentir extraños, permanentemente ajenos, constantemente marginalizados a pesar de lo mucho que amamos este país, su lengua, su cultura.

Esta ciudad tan abierta va dejando de serlo. A mi vuelta de Madrid lo sentí de manera violenta. Sólo crece, sólo bulle lo que integra. En siete años de vida aquí he sentido, por parte de las instituciones, una creciente tendencia al encierro, a la anorexia cultural. Y sin embargo lo verdaderamente novedoso en esta sociedad y cultura, en la música, en el cine, en el deporte, casi siempre viene de fuera. Lástima, Francia tiene cada vez más miedo del otro, y no quiere ver que el otro es Francia.

inconsciencia

Estamos cenando y uno a uno vamos mencionando nuestras dos grandes pasiones. Lo que nos mata, lo que nos permite vivir.

Con algo de inconsciencia respondo que las mías son dos: el amor y la literatura.

Ahora que ha pasado algo de tiempo, que quiero comenzar a encontrar, siento que lo que tiene sentido es siempre desmesurado.

Ahora que estoy tan a gusto, por primera vez, tal vez porque soy más adulta y he ganado una cierta serenidad, creo que lo importante es eso por lo que uno abandona la casa, pierde la camisa. Eso por lo que uno se quitaría la piel, una vez, y otra, y otra, sin dudarlo.

Volver, volver, volver

Volver, volver, volver

Qué felicidad volver nuevamente a Madrid. Aunque sea a través de los ojos de Almodovar. Ahí Madrid es siempre el lugar de lo posible.

Si en sus filmes anteriores Almodovar ponía mal al género masculino, si lo mostraba débil, secundario, incompleto, aquí lo elimina de plano.

El hombre, el macho, sólo sabe dañar cuando esta cerca, eso más o menos me pareció ver en su propuesta. Como amigo, como parte seductora está bien, pero no debe cobrar mayor importancia, parece decir.

Este contrapunto es también el de la ciudad y el pueblo. El pueblo de Raymunda me recordó de inmediato a Calera y Chozas, o a otros lugares parecidos, encantadores, pero pequeñas prisiones para el individuo. Pensé en el Santo Tomás de donde vienen mis padres, en la visita de las señoras del lugar cuando se muere un miembro de familia. En la libertad con la que unos forman parte de las vidas de otros, en los roles que se van adjudicando, en las deudas morales que se van adquiriendo o pagando.

Qué país más fascinante es España y cuánto ha durado su presencia en nosotros (Perú, América Latina), veía las calles de Almagro y estaba en San Blas, en el centro de Cusco, en Quito. Cuánto se ha impregnado el espíritu español en nuestras vidas, en nuestras maneras de concebir a la familia, al grupo social, en nuestra manera de entender la muerte. En nuestras atribuciones de funciones. La mujer es así el centro de la vida y el mundo de Volver es el de las mujeres. Ellas son el motor, son la belleza, la ternura, el presente y los recuerdos. Es el amor lo que las mueve. Casi cada acción de sus personajes está motivada por el amor.

Ha dos o tres escenas extraordinarias. Raymunda cantando y su madre en el auto, mirando. Después de mucho, mucho tiempo, me salen las lágrimas en el cine, así, naturalmente, y me recuerdo a mí junto a mi propia madre.

volver atrás

Hoy el asunto de las elecciones me hace pensar en la idea de volver atrás, en las implicaciones de voltear la mirada  hacia aquello que ha decidido enterrarse.

El mismo asunto me inquietaba en cuestiones de la vida privada.

A veces uno tiene la posibilidad entre seguir adelante o aferrarse a lo perdido.

Algunas veces todavía creo encontrame en esta encrucijada.

El pasado se dibuja a veces muy presente, maquillado, idealizado, mejorado. El pasado sigue ahí, tentador, poco claro, fugaz, arrepentido. De algún modo vuelvo a meter los pies en el pasado, a vivir o pretender vivir la vida de manera similar a hace algún tiempo.

Sin embargo algo importante ha cambiado. Tengo la certitud de que este momento: a los treinta años, en esta ciudad, con estos amigos, con estos trabajos, con estas compañías, con estas noches sin pegar ojo, con estos proyectos de viajes, de cenas, de pelis, de amores, es el momento de darle una opción al presente y al futuro.

Votar

Hoy es sábado y el día se va desvaneciendo imperceptiblemente.

Mañana son las elecciones.

Creo que terminaré votando por Alan.

A veces decido que ya no me importa, que lo que pase con el Perú es la cosa que menos me interesa. Y evito los periódicos, hablar de ello con los amigos. Quisiera borra al Perú de mi memoria.

Pero se trata de un amor absoluto e inevitable. De un amor no correspondido.

Así que habrá que estar allí mañana.

Nos han invitado luego a un almuerzo "pro niño de Cabana re-elección".

Comienzo a extrañar a Toledo. Después de todo el hombre parecía sencillo y respetuoso. Siempre es preferible ello a la ignorancia prepotente.

Enfin, como dicen algunos, intelectualizar ciertas cosas sólo termina por nublar la vista. Parece que hay que ceder, parece que no queda otra.

María Antonieta

María Antonieta

Esta noche me voy a Viena.

Ayer por la tarde nos encontramos Angel, Cris y otros amigos en el cine para ver María Antonieta.

Creo que esa película podría llamarse María Antonieta o el fin de fiesta, o más bien algo cercano a hangover, resaca.

Y ayer la resaca nos había sumido en una melancólica somnolencia

Una vez más la ley del ritmo se impone en todas las cosas.

 

María Antonieta llega con miedo a una fiesta en donde ella es la protagonista. Gana confianza, baila, bebe, goza, dilapida. Cada día se dice : no hay mañana.

¿Frivolidad o hiperconsciencia de lo efímero?

En esta peli hay una apuesta por la incomprensión, por el décalage, por la imposibilidad de formar parte y creo que es su mayor encanto. Cantidades de detalles reafirman esta idea, las imágenes son deliciosas y vanas.

Hay un elogio del goce, de los sentidos. La bella María Antonieta deleita sus ojos, su paladar, su tacto, su oído.

Cada instante está consagrado al placer y todos los placeres se le ofrecen.

Cada día es un pequeño trozo de papel ardiendo entre sus dedos.

¿Qué puede haber de malo en ello?

Pero empieza a amanecer, y hay que ir recogiendo las copas vacías.

Y como en todo fin de fiesta hay olor a cigarrillo, cantidades de basura, huecos en la memoria, cuerpos entrelazados.

Y una tristeza infinita al ver comenzar el día, más gris, más cotidiano, más implacable.

corazón partío

Ayer Oscar cumplió 30 años y hubo una fiesta en casa. La música terminó a las 5 de la mañana pero yo ya había tirado toalla desde hacía rato.

Ahora tengo la melancolía post alcohólica y muero de nostalgia. Y tengo el corazón absolutamente roto.

Me espera un monte de trabajo. No sé como resistí ayer después de diez días de trabajar sin parar y de dormir tan poco. Sin embargo tampoco puedo dejar de hacerlo. Eso me evita pensar porque cuando pienso, pienso en lo que realmente desearía hacer. Y quisiera abandonarlo todo. Sólo decir dos palabras.

Pero todo eso es una locura. Y éste es el tiempo de la sensatez.